Llevar a cabo esta aventura lleva en mi subconsciente desde los 21 años cuando, como un acto de revelación profética, me vino a la cabeza mientras me preparaba para unos tediosos exámenes de Derecho. Obviamente, al inicio uno piensa que no es más que una quimera fruto de unos grises días de estudio. Sin embargo, conforme pasaron los años, esa semilla fue creciendo hasta tal punto que rozó la obsesión y, para cuando me quise dar cuenta, todo lo que estaba haciendo en mi presente iba dirigido a materializar aquel sueño.
A menudo me preguntan por qué elegí hacer el viaje en moto. Es simple: porque andar en moto es sinónimo de libertad, de estar en contacto con el entorno, de estar expuesto tanto a las maravillas de la naturaleza como a las inclemencias meteorológicas. Porque en moto sientes en tu cuerpo cada kilómetro que recorres, te abstraes y estás muy pendiente al mismo tiempo, ya que un descuido se paga muy caro. En moto porque creo que con ningún otro medio sientes una conexión tan poderosa entre tu cuerpo y el vehículo y lo que te rodea, y la emoción que produce es de las cosas que me hace sentir más feliz, más pleno, más vivo.
Si tiene que suceder algo malo, sucederá; pero obsesionarse con la posibilidad de que ocurra cuando de momento estás a salvo no tiene ningún sentido. Los miedos son nuestro mayor límite y si nos dejamos acobardar por ellos nos impiden vivir como realmente queremos. Claro que tuve miedos y por supuesto que a veces se siguen asomando. Y es que al otro lado del miedo están las mejores cosas de la vida.
Lo más difícil que me está resultando es decir adiós a las personas a las que coges cariño. De alguna manera, son tu familia por unos días y una parte de ti no quiere separarse pero sabes que el camino continúa y hay más experiencias bonitas esperando. Por otro lado, lo más gratificante es ver que el proyecto Soy Tribu, más allá de narrar mi viaje, tiene un sentido; ver que se está produciendo un cambio, un impacto en algunos seres que saben escuchar y sentir el mensaje de las tribus que entrevisto y, en ocasiones, algunas de las palabras que escribo. Poder transmitir tu forma de observar el mundo y lo que has aprendido con la tecnología facilitando que otros lo puedan vivir contigo es simplemente fascinante.