Recuerdo cómo 12 meses antes de comenzar mi particular odisea consultaba a Don Google una y otra vez exactamente esto: cómo preparar una vuelta al mundo y no morir en el intento. Con paciencia y buena letra, fui recogiendo de cada sitio aquello que encontraba útil y, de ahí, el primer consejo: busca todo lo que puedas porque las necesidades de cada viaje y viajero son distintas.
Da algo de vértigo que ahora sea yo quien lo escriba, desde Santiago de Chile, a unos días de que llegue la moto a destino y pueda empezar a rodar. Si bien este post puede aplicarse a todo peregrino, está enfocado a aquellos que lo hacen en moto y con un mensaje o proyecto que comunicar.
Cuando la compañía es buena y la energía converge el camino se vuelve inmensamente bello.
Así de sencillo, así de complejo. Sencillo porque cuando sucede es lo más natural del mundo; complejo porque no siempre se dan las circunstancias espacio-tiempo-personales. Eso sí, cuando los astros se alinean es una gozada.
"In India everything is possible, my friend"Aseguraban los indios con la convicción del que habla porque sabe, escondiendo media sonrisa entre la boca y los ojos, con el tipo de mirada que encierra la experiencia vivida en carne. Podría relatar paso a paso mi viaje: detallar la belleza de lo entrópico, la magia de los trenes por la noche, el olor a barbacoa humana de Benarés, la mirada penetrante de los sin casta, cuánto corrí en un par de ocasiones por llegar a un baño a tiempo, la vez que acabé en una película de Bangalore o cómo salté por inercia de Goa a Nepal para acabar ingresado en Nochebuena en un hospital de mala muerte tras subir sin guía a más de 5.000 metros en el Annapurna. Pero me da pereza.