Cuando la compañía es buena y la energía converge el camino se vuelve inmensamente bello.
Así de sencillo, así de complejo. Sencillo porque cuando sucede es lo más natural del mundo; complejo porque no siempre se dan las circunstancias espacio-tiempo-personales. Eso sí, cuando los astros se alinean es una gozada.
Recorrimos Formentera en una vespino roja que perdía gasolina a borbotones pero que, para nuestro asombro, aguantó con mucha dignidad los trotes de dos jinetes llerenenses con más guasa que vergüenza.
Todo comenzó el viernes por la mañana tomando unas inocentes birras en una cala de Es Canar. Entre baño y baño, hablamos de la vida, del pueblo, de seguir los instintos, de hacer lo que te hace feliz y de sentir, sobretodo de sentir.
La conversación tuvo que hacer mella en mi colega porque esa misma noche mandó su curro al carajo y… ¡sorpresa! Vía libre para hacer el ganso el fin de semana entero en Formentera. ¿Conoces esa sensación de cuando la buena vibra recorre todo tu cuerpo? Pues así estábamos: derrochando el buenrollismo de quien sabe que estar alegre atrae más de lo mismo.
Estuvimos caleando todo el día y nuestra bestia roja nos llevaba de un lado a otro con calmita. Cosita güena. En la carretera pasábamos a las motillos de los guiris raseando con cara de velocidad y concentración máxima adoptando una postura ridícula que favoreciera la aerodinámica, aunque quizás la sombrilla del chino que llevábamos no fuera el alerón soñado.
En los momentos de silencio mientras conducíamos, pensaba: ¿qué pasaría si tuerzo aquí? ¿Qué historia nos esperaría? ¿A quién conoceríamos? ¿En qué nos cambiaría? Como si el propio camino fuera una gran aventura dependiendo de hacia dónde te dirigieras.
Y es que quizás todo sea un camino. Tal vez el mundo esté lleno de miles de caminos de todos los colores y formas posibles: rectos y cómodos, estrechos y torcidos, seguros, peligrosos, algunos elevados y otros escondidos. Para mí lo importante es ser consciente de por qué se escogen, qué haces en ellos y a dónde podrían llevarte. Sin embargo, a veces los más interesantes son aquellos en los que terminas sin querer, cuando te pierdes en uno que creías conocer y acabas siendo conducido a otros más inesperados, más ocultos, más mágicos.