Las prisas, el metro abarrotado, las luces de un futuro digital ya incrustado en el presente, jovenzuelas con gadgets esperpénticos y el borracho trajeado que deambula gritando sin sentidos después de 15 días seguidos trabajando.
Japón es puro contraste. Tan tradicionales en algunas cosas y tan modernos en otras, como si el mismísimo emperador hubiera dictado qué sí, qué no y de qué manera. Por ello, una de las cosas que más me llamó la atención fue la relación de los nipones con la fantasía.Y a la vuelta, muchos preguntan: ¿cómo es Japón?